
Hay cosas que no siempre sabemos explicar con palabras. A veces ni nosotras mismas entendemos lo que sentimos, y mucho menos encontramos la forma de contarlo. Pero eso no significa que no necesitemos apoyo, compañía o un espacio donde simplemente ser.
Por eso creo tanto en los pequeños momentos.
Cada taller, cada conversación, cada testimonio compartido, cada risa en grupo o ese abrazo inesperado… todo suma. Puede parecer algo sencillo, casi insignificante, pero tiene un valor inmenso: nos recuerda que no estamos solas, que lo que sentimos importa y que dedicar un ratito a nosotras puede marcar la diferencia.
En Alma Valiente lo veo una y otra vez: mujeres que llegan con dudas, con ganas de escuchar, o simplemente buscando un respiro… y se encuentran con algo más profundo. Porque cuando compartimos experiencias, algo dentro de nosotras despierta. A veces es un recuerdo, a veces una idea nueva, y otras veces, simplemente, la certeza de que lo que vivimos también le pasa a alguien más.
No hace falta tener todas las respuestas ni estar siempre bien. Lo que necesitamos, muchas veces, es darnos permiso: permiso para sentir, para parar, para reír sin motivo, para escuchar a otra y reconocernos en sus palabras. Porque incluso en lo más pequeño puede aparecer esa chispa que nos reconecta con quienes somos de verdad.
La vida está hecha de instantes. Y aunque pensemos que no tienen importancia, la verdad es que son esos momentos los que terminan construyendo nuestra fuerza, nuestra confianza y nuestra manera de mirar el mundo.
Eso es Alma Valiente para mí: un lugar donde lo real, lo humano y lo compartido nos ayudan a volver a nosotras mismas. Sin máscaras, sin exigencias imposibles, sin “superwoman”. Solo siendo mujeres auténticas, con nuestra propia manera de brillar.
Para ti, que estás leyendo esto
Si algo quiero recordarte hoy es que tú ya eres suficiente tal y como eres. Que cada paso, cada momento para ti, cada sonrisa compartida… cuenta más de lo que imaginas.
En Alma Valiente lo descubrimos juntas, día a día.
Con cariño,
Paqui Pérez – Alma Valiente