
Hola, soy Paqui Pérez y hoy quiero compartir algo que llevo viendo muchos años…
Llevo más de 20 años acompañando a personas a superar sus retos, sobre todo mujeres, aunque también hay muchos hombres con luchas internas que no suelen compartir. Al final, todos necesitamos lo mismo: amor. Y no me refiero solo al amor de pareja, sino también al amor de familia, de amigos… y el más importante: el amor propio.
Desde que nacemos buscamos ese contacto, ese cariño, ese calorcito que nos hace sentir en casa. Es algo natural. El problema es que muchas veces sentimos que no recibimos amor, cuando en realidad lo que pasa es que no lo recibimos como esperamos.
Cada persona da amor a su manera, y si no coincide con la tuya, empiezan los malentendidos, la inseguridad, la tristeza… y lo peor: dejamos de querernos a nosotras mismas.
Y entonces, ¿qué pasa?
Todo se vuelve un lío. Un laberinto. Empiezas a dudar de ti, a sentirte sola, a creer que todo te pasa a ti. ¿Te ha pasado?
He escuchado muchas veces:
«Es que siempre me pasa lo mismo…»
Y claro, si reaccionas igual, si eliges lo mismo, si no cambias nada… ¡pues claro que se repite! Eso no pasa solo en el amor de pareja, también con amigos, en el trabajo, en cualquier parte.
La vida es como una obra de teatro: hay quien escribe su propio guión… y hay quien repite el que otros le han dado. Y así se repiten las escenas, con diferentes personas pero el mismo final.
Cada día decidimos… aunque no nos demos cuenta
Desde que nos levantamos estamos tomando decisiones:
- Me levanto o me quedo en la cama
- Sonrío o me amargo el día
- Me arreglo o paso
- Contesto esa llamada o la ignoro
- Me cuido o me abandono
Todo eso, aunque parezca pequeño, va tejiendo nuestra vida. Día a día. Como si nos hiciéramos un traje: puede ser de colores o gris oscuro, según lo que elegimos.
Y sí, hay cosas que no podemos elegir: no podemos cambiar si llueve, si hace viento o si hace un calor insoportable. Pero sí podemos elegir cómo lo vivimos. Y eso cambia todo.
¿Y si lo que se repite tiene algo que enseñarte?
Una vez alguien me dijo:
“Señálame con un dedo”.
Lo hice, y me preguntó: “¿Cuántos dedos me señalan?”. Le dije: “Uno”.
Y me volvió a preguntar: “¿Cuántos te señalan a ti?”.
Y ahí me di cuenta… ¡tres dedos me apuntaban a mí!
Fue una lección que no se me olvidó nunca.
Así es la vida. Si alguien te trata mal y tú lo permites, la consecuencia es que te seguirá tratando igual. Y eso también es una decisión. Cómo beber agua para no deshidratarte. Sencillo, pero profundo.
Cambiar es posible (aunque al principio no sepas cómo)
Muchas personas me dicen:
“Paqui, es que no sé cómo cambiar esto…”
Y yo siempre contesto:
“No pasa nada. Lo importante no es el cómo, es el querer.”
Cuando tú decides cambiar, el “cómo” aparece: llegan personas, libros, charlas, mensajes… hasta casualidades. Todo empieza a moverse.
Seguro que alguna vez has dicho:
“De no haberte conocido, no habría aprendido…”
¿Verdad? Pues eso no es casualidad. Nadie llega a tu vida por azar. Cada persona cumple una misión, ya sea para ayudarte, para advertirte o para despertarte.
La vida es como esos libros que te dejaban elegir el final
De pequeña leía unos libros donde podías elegir el próximo capítulo. ¡Me encantaban! A veces elegía uno y el final no me gustaba nada, así que volvía atrás y probaba otro camino. Y cuando me gustaba más, me sentía feliz.
La vida es así. Si hoy estás en una historia que no te gusta, puedes elegir otro capítulo. Lo importante es darte cuenta de que tienes el lápiz en la mano.
Para terminar…
Quiero dejarte con una frase que me marcó mucho:
“Para que las cosas cambien, tú tienes que cambiar.” (Jim Rohn)
Y si ahora mismo no sabes por dónde empezar, tranquila. Lo primero ya lo estás haciendo: leer esto, reflexionar, buscar otra manera. Eso ya es un paso enorme.
Y si quieres que te acompañe, aquí estoy.
👉 Escríbeme y agenda una sesión gratuita de coaching.
No estás sola. Y te lo digo de corazón. 💛