Gracias, mamá: hoy y siempre

«Un día para mamá, un día para nosotras»

Hay días que pasan como cualquier otro, y hay días que tienen un brillo especial. El Día de la Madre es uno de esos. No porque una madre solo se quiera un día al año —claro que no—, sino porque, como los cumpleaños, es un momento para detenernos, para mirar atrás, para reconocer y agradecer.

Porque ser madre no es solo un rol. Es una transformación. Es un antes y un después que nunca vuelve a ser igual. Es aprender a amar de una forma que nadie te enseñó, y sin embargo te sale del alma.

En este día, me nace escribir desde lo más profundo, no solo para honrar a mi madre, sino para rendir homenaje a todas nosotras: las que somos madres, las que hemos sido, las que cuidamos, criamos, protegemos y damos todo de nosotras incluso en silencio.

Es cierto que el amor de madre es diario, constante, incondicional. Pero este día, como un cumpleaños o un aniversario, tiene un significado emocional distinto. Es el único día del año en que, en teoría, las madres estamos en el centro. Donde se espera que nos mimen un poco más, que se acuerden más fuerte, que nos miren con esa gratitud que a veces no se dice pero se siente.

Y sin embargo, cuántas veces pasa desapercibido. Cuántas veces se vuelve un mensaje frío, automático, o incluso… se olvida. Y aunque una madre no ama para recibir nada a cambio, también somos humanas. También tenemos corazón. También necesitamos ser vistas.

A veces los hijos —y también las parejas, los hermanos, el mundo— no alcanzan a imaginar lo importante que es para una madre sentirse reconocida. No por ego, sino porque muchas veces damos tanto que nos quedamos en la sombra. Y este día tiene el poder de encender esa luz. De devolvernos el reflejo de lo que somos: amor en estado puro.

No se trata de grandes regalos. Se trata de presencia. De un “mamá, ¿cómo estás hoy?”, de un “te agradezco todo lo que hiciste por mí”, de un abrazo largo o una carta escrita a mano. Porque esos detalles valen más que cualquier cosa comprada.

Hoy quiero abrazar con estas palabras a cada madre que me lee. A ti, que das sin medida. A ti, que a veces te sientes sola. A ti, que has criado entre dudas, miedos, alegrías y cansancio. A ti, que mereces ser celebrada no solo hoy, sino cada día.

Gracias por tu entrega silenciosa. Gracias por tus desvelos, por tus batallas internas, por tu amor sin condiciones. Hoy es tu día. Y aunque el mundo a veces no lo diga suficiente, lo que tú haces importa. Lo que tú eres, cambia vidas.

Feliz Día de la Madre. Que te sientas querida, acompañada y honrada. Porque lo mereces. Porque ser madre es un regalo… pero también un mérito.

Con amor y gratitud,

Paqui Pérez

Compartir en:
Facebook
Twitter
Threads
WhatsApp
Pinterest